reflejos de agua - Alfonso Bustos
El placer visual de la naturaleza varía en categoría y en intensidad. Incluso puede que no sea más que la aceptación de una convención social. Gran parte del turismo moderno parece motivado por el simple deseo de reunir tantas pegatinas de los parques nacionales como sea posible. La cámara fotográfica es imprescindible para el turista, porque con ella puede demostrarse a sí mismo y a sus vecinos que realmente estuvo en el lago Crater. Una fotografía fallida es lamentada tanto como si al lago mismo le hubiese sido negada su existencia. Sin duda estos escarceos con la naturaleza no tienen autenticidad. El turismo es de utilidad social y produce beneficios económicos, pero no une al hombre con la naturaleza.1 La apreciación del paisaje resulta más personal y perdurable cuando se combina con la memoria de acontecimientos humanos. Así mismo, si se combina con la curiosidad científica, habrá dee subsistir más allá del fugaz placer estético. No obstante, la percepción transcendental de la belleza del entorno se produce normalmente como una revelación inesperada. Esta clase de impresiones es la que se ve menos afectada por las opiniones aceptadas y al parecer es en gran parte independiente de la naturaleza misma del entorno. Escenas domésticas e incluso anodinas, pueden revelar aspectos que antes pasaron inadvertidos, y esta nueva imagen de la realidad se experimenta muchas veces como belleza.2
1 Paul Shepard “The Itinerant Eye”, en: “Man in the landscape”
2 Vaughn Cornish en Scenery the sense of sight
ALFONSO BUSTOS
Comentarios
Publicar un comentario